domingo, 2 de noviembre de 2014

MATRIMONIO

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Dios ha llamado al hombre y a la mujer, en el matrimonio, a  una íntima comunión de vida y amor entre ellos, “de manera que ya no son dos, sino una sola carne"   ( Mt 19,6 ).

La alianza matrimonial del hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los cónyuges y a la procreación y educación de los hijos.

Jesús enseña que, según el designio original divino, la unión matrimonial es indisoluble:
Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” (Mc. 10,9 ).

Jesucristo no sólo restablece el  orden original del Matrimonio querido por Dios, sino que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento, que es el signo del amor esponsal hacia la Iglesia.

La celebración
litúrgica del
Matrimonio es
pública, en
presencia del sacerdote ( o de
 un testigo cualificado de la
Iglesia) y de otros testigos.

El consentimiento
matrimonial es la
voluntad, expresada
 por un hombre y
una mujer, de entregarse mutua y
 definitivamente, con el fin de vivir
 una alianza de amor fiel y fecundo.



Puesto que el consentimiento
hace el Matrimonio, resulta
indispensable e insustituible.
Para que el Matrimonio
sea válido el consentimiento
debe tener como objeto el
verdadero Matrimonio y
ser un acto humano, consciente y
 libre, no determinado por la
 violencia o la coacción.

  Los efectos: crea entre los
cónyuges un vínculo perpetuo
y exclusivo.
Confiere a los esposos la
gracia necesaria para
alcanzar la santidad en la
vida conyugal y acoger
y educar responsable mente a los hijos.

Los pecados gravemente
contrarios al Matrimonio
son los siguientes:
el adulterio, la poligamia, el
rechazo a la fecundidad y el
divorcio.





La Iglesia no puede reconocer como matrimonio la unión de divorciados vueltos a casar
civilmente.
Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a
su marido y se casa con otro, comete adulterio”
(Mc 10,11-12).

La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica.

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